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viernes, 26 de septiembre de 2008

SATÁN VUELVE A LA TIERRA

Recuerdo que era una desapacible tarde de otoño del año 1949. Yo, era un chiquillo que aún no había cumplido los nueve años de edad. De la forma que fuese, cayó en mis manos un ejemplar del “Pulgarcito” y al abrir la primera página, me encontré con un episodio realista compuesto por unas pequeñas viñetas abigarradas, tremendas, que destilaban un ambiente siniestro y aterrador… y en una de ellas una figura demoníaca, asomaba tras los cristales de un gran ventanal…. Confieso que me impresionó, la magistral plumilla de Giner, infundió tal ambientación en aquellas pequeñas viñetas que llegué a tener pesadillas durante unas noches recordando aquella escena.

Desde ese momento, el Inspector Dan, ¡qué valor! –pensaba-, ¡como se enfrentaba al propio demonio!. Y entró en mi galería personal de héroes infantiles, situándose en el primer lugar de todos. La magia del cómic, la época que vivíamos, el entorno ambiental de la Barcelona de la post guerra… Todo ello, componía un magnífico caldo de cultivo, que hacía despertar nuestra imaginación y bullía nuestra impaciencia, esperando semana tras semana el desenlace de la última viñeta del episodio.

“Satán vuelve a la Tierra”, es sin lugar a dudas –en mi modesta opinión-, la mejor, la obra cumbre de Eugenio Giner, como dibujante y de Rafael González Martínez y Francisco González Ledesma, como guionistas. En ella se mezclan todas las características de una historia de misterio, con escenas propias del terror clásico y de la trepidante trama policíaca. Es el paradigma del clásico del terror gráfico. Es asimismo la serie más larga dibujada por el genio del Bajo Maestrazgo, 51 episodios…¡un año de intriga y suspense!.

A Morgue Street, Whitechapel y el Soho londinense, en esta historia, se añaden dos elementos más a la lista de lugares siniestros: el Museo de Babilonia y sobre todo, las Catacumbas de Orly. Sitios imaginarios, ubicados en un Londres mítico de mediados del siglo XX, poco después de finalizada la segunda Guerra Mundial, pero que Giner nos presenta envuelto en el misterio neblinoso y terrorífico de finales del siglo XIX, cuando por sus calles pululaba Jack “el Destripador”.

La imaginación desbordada que se refleja en las sombras y ambientación que impregnan las Catacumbas de Orly, es prácticamente imposible de igualar. Giner derramó en la descripción gráfica de ese siniestro lugar, una capacidad artística y una inspiración únicas. Aún hoy en día, bordeando los sesenta años de su creación, se nos presenta como un lugar temible, lúgubre, siniestro. Guarida de un “Satán” psicópata y de su extraña y espantosa cohorte de seguidores, las Catacumbas de Orly, han quedado en el recuerdo de los que en nuestra infancia pudimos contemplarlas sobre el papel por primera vez, como el más logrado ejemplo de la creación gráfica de misterio.



Algunos episodios de la serie (1949-1950)

(Continuará...)

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