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martes, 24 de junio de 2008

SANGRE EN BIZANCIO (2)

Nuestros libros de Historia, no han sido lo parcialmente justos como hubiere sido deseable con la expedición de los almogávares a Oriente. No sabemos por que causa, pero cada vez que se habla de ellos, más de un historiador español, los ha reflejado como sanguinarios, pendencieros, mercenarios, en suma…como un ejército de indeseables.

La gesta de las tropas capitaneadas por Roger de Flor, ha sido ensalzada en no pocas ocasiones, siempre por escritores catalano-aragoneses o extranjeros. En España, su Historia, pasa casi desapercibida. No sabemos si por que no se le ha dado la importancia que tuvo, por vergüenza o aún peor, por desconocimiento o desinterés supino de no pocos historiadores.

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Entrada de Roger de Flor
en Constantinopla. Pintura
de José Moreno Carbonero.
Palacio del Senado. Madrid
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Lo cierto, es que los almogávares, mercenarios sí, como cualquier soldado a sueldo, conformaban un ejército profesional. Por decirlo de alguna manera eran los “marines” del siglo XIV. Temibles en las batallas, invencibles en todos sus enfrentamientos especialmente contra los musulmanes, nunca se podrá decir de ellos, que abusaron o masacraron a mujeres y niños, cosa que no podemos llevar con orgullo de nuestros conquistadores de América.

La llamada “venganza catalana”, fue consecuencia directa de la traición de Miguel Paleólogo, hijo y sucesor de Andrónico, al ordenar el asesinato del caudillo de los almogávares Roger de Flor. Corroído por los celos, de ver la grandeza de ese personaje y de los logros obtenidos por sus hombres, actuó de la manera más ruin, sin conocer el espíritu que unía a todos los almogávares. Consecuencia directa de esa traición fue la respuesta que los catalano-aragoneses, emprendieron contra los conspiradores llevando su venganza a tal extremo que tomaron posesión de prácticamente toda la zona. Durante los 80 años que duró esa ocupación, la Corona de Aragón fue el ama y señora de todo el Mediterráneo.
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Angel Pardo, reflejó en “Sangre en Bizancio”, las gestas de los almogávares. La serie termina justo cuando empieza la llamada “venganza catalana”. Es como si en aquella época –y todavía hoy- una parte de nuestros tratadistas se avergonzasen de aquella respuesta. Pero lo paradójico es que no les causase el más mínimo rubor las andanzas de Hernán Cortés o Pizarro, por ejemplo. Sesenta años después del inicio de la publicación de esta serie, rendimos un merecido homenaje a su autor, guionista y dibujante de la misma.





Algunos episodios de la serie. Pulgarcito 1948-1949

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